El ritmo de las estaciones en Casa Bernat hace un siglo. De todos es sabido que en el mundo rural el tiempo es cíclico, las estaciones no solo determinan el paisaje, también sus gentes ven condicionadas sus vidas por éste repetir de las tareas. Todo acaba y vuelve a empezar de nuevo.
La bisabuela Pilar llegó a casa Bernat con 18 años al casarse con el bisabuelo Ramón en el año 1908. De las personas que vivieron anteriormente en la casa sólo sabemos por documentos legales. En aquella época las vías de comunicación actuales no existían, una economía de autarquía condicionaba el trabajo cotidiano.
Llegó en primavera, época de siembra, una primavera siempre esquiva que se resiste a manifestarse en las zonas del pre pirineo, cuando se poda la viña y se esperan las lluvias que aseguraran las cosechas. En Mayo, por San Isidro, Casa Bernat había sido a menudo el centro del baile de la fiesta mayor, un amplio salón de la planta principal acogía a los habitantes de la comarca y toda la casa se llenaba de la música de acordeón.
Con el verano ja no quedaba tiempo para nada que no fuera el duro trabajo de la recolección del cereal. Antes de la salida del sol ja se iniciaba la siega, después vendría la trilla en la era para separar el grano de la paja. Ésta quedaría en el pajar para los animales, mientras que el grano aseguraba el pan para todo el año. Todas las manos eran necesarias, una tormenta con granizo podía acabar con el sustento para todo un año.
Otoño era época de vendimia, el vino fue durante mucho tiempo el producto de la comarca que más ingresos proporcionó a sus habitantes. El clima permite aquí un cultivo que a las poblaciones situadas mas al norte les queda vetado por las bajas temperaturas. La falta de carreteras y de otros medios de transporte que no fueran la tracción animal obligaba a los habitantes de alta montaña a abastecerse del vino que les quedaba más cercano.
La planta baja de la casa estaba ocupada por graneros, cuadras para los animales y la bodega. Ésta disponía de grandes cubas de roble donde fermentaba la uva que después tendría que prensarse para obtener el vino. Ésta zona de la casa está construida dentro de la tierra, con lo que se evitan los cambios extremos de temperatura que pueden alterar el vino. Las aguas subterráneas permiten la utilización de un pozo cuya agua se aprovechaba para los animales, limpieza etc.
Otoño también era tiempo de conservas: tomates, pimientos, mermeladas, membrillos… La llegada del frío acababa con las frutas y verduras que no pudieran sobrevivir en el huerto bajo una barraca de boj. El desván de la casa guardaría durante el invierno manzanas, peras, frutos secos …En ésta parte de la casa el abuelo Luís tenia también sus enjambres de abejas.
En invierno se hacía la matanza del cerdo, la abuela Conchita guardaba en antiguas tinajas de barro la carne adobada con aceite que se guardaría hasta el verano. Embutidos y jamones que se secarían con el clima seco del invierno y que junto con la leche de la vaca, el pollo para los días festivos y algún cordero completaban la alimentación.
El abuelo Luís y la abuela Conchita dejaron casa Bernat en el año 1980, su edad avanzada ya no les permitía continuar sus actividades cotidianas. Seguro que nunca se imaginaron que la que fue su casa toda la vida sería la que hoy, totalmente reformada, os podemos ofrecer.